Me asomo a la ventana y recuerdo cuando tenía que ponerme de puntillas para poder ver a la gente pasar...
Han pasado 24 años desde entonces y parece que fue ayer... Cierro los ojos y todo parece igual, pero no es así. Todo ha cambiado; una enorme pista de asfalto cruza la Cabana y los huertos, apenas hay caminantes en la carretera... Ya no están los mismos, pero yo aún puedo escuchar una voz que me susurra: “guapa niña”.
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